Ciencia de vanguardia con enfoque en los hábitos de longevidad.
En un momento en que la ciencia avanza a pasos agigantados y la inteligencia artificial redefine nuestra relación con la salud, el trabajo de Israel Pichardo representa una brújula ética y biológica que nos recuerda que el futuro de la medicina también requiere mirar hacia atrás: hacia nuestros hábitos y hacia lo que realmente sostiene la salud.

Egresado del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, con formación en investigación biomédica y un doctorado en Ciencias Biomédicas, Israel ha transitado de la academia a la industria biotecnológica con una misión clara: revertir los efectos del envejecimiento y prevenir las enfermedades degenerativas asociadas.
Su trayectoria por Harvard en el laboratorio del reconocido científico David Sinclair, pionero en longevidad, y su rol como Chief Scientific Officer (CSO) en compañías como Legacylyfe Labs le han permitido posicionarse como uno de los científicos mexicanos más influyentes en el campo de la investigación centrado en el descubrimiento de nuevos péptidos, secretoma humano, medicina preventiva y la longevidad.
Sus hallazgos en la ciencia han sugerido que el peptidoma humano es mucho más complejo de lo esperado y podría abrir nuevas vías terapéuticas en enfermedades como la diabetes, la obesidad, trastornos mitocondriales, padecimientos raros y el envejecimiento.
Más allá de la longevidad: salud con sentido
Para Israel, el envejecimiento no es un problema aislado. Es el eje común de las enfermedades más costosas y debilitantes del siglo XXI: diabetes, Alzheimer, enfermedades cardiovasculares. Desde su enfoque, el objetivo no es simplemente “vivir más”, sino vivir mejor, con plenitud física y cognitiva.
Una de las preocupaciones de Israel yace en que “los sistemas de salud actuales no están diseñados para enfrentar una realidad en la que, para 2050, más del 20 % de la población superará los 60 años, y lo hará en su mayoría con enfermedades crónicas. Lo preocupante es que muchas de estas enfermedades son prevenibles.”

En vista de ello, su propuesta es clara: cambiar el paradigma hacia una medicina preventiva, basada en evidencia, tecnologías emergentes y, sobre todo, el rescate de hábitos fundamentales.
Integrar ciencia, hábitos y tecnología
Israel está convencido de que la solución no está únicamente en moléculas como la rapamicina o el NMN. También reside en cambios tan fundamentales como recuperar la calidad del sueño, la salud mental, el ejercicio regular y una nutrición rica en compuestos funcionales como la fibra o los polifenoles, más aún con la gran diversidad de frutas y verduras en Latinoamérica.
“Podemos tener tecnologías de última generación, pero si no resolvemos el impacto diario de una dieta inflamatoria y adictiva, estamos poniendo parches sobre una base rota.”
En este sentido, Israel ha observado cómo los sensores de glucosa en tiempo real afectan realmente el cuerpo con alimentos típicos del desayuno mexicano (pan dulce, café azucarado, fruta en exceso) en la salud metabólica de las personas. “El reto no es quitar, sino enseñar con métricas cuándo y cómo consumirlos”.
Israel está convencido de que los hábitos son el fundamento de la salud.

Democratizar el conocimiento científico
Israel participa en iniciativas de divulgación y forma parte de un ecosistema que articula academia, gobierno, industria y proyectos sin fines de lucro para generar un cambio estructural en la salud pública. La historia de Israel Pichardo nos muestra que el futuro de la ciencia de salud está en el equilibrio:
En sus propias palabras: “No se trata de inventar una nueva forma de vida, sino de recordar cómo cuidarnos mientras avanzamos. La biotecnología puede ser el puente, pero el núcleo de la longevidad siguen siendo los hábitos fundacionales”.
Agradecemos al científico Israel por su tiempo y te invitamos a conocer más de su trabajo: