Dietas basadas en plantas y consumo de carne
¨ un debate ¨.
La relación entre el consumo de carnes y la longevidad ha sido objeto de un intenso debate tanto en la comunidad científica como entre los consumidores. Existe un debate sobre la conveniencia de reducir el consumo de carne e incluso el adoptar dietas basadas en plantas para mejorar nuestra salud y la del planeta. En este artículo te presentamos información para que puedas tomar decisiones por ti mismo.
Comencemos con el contexto.
Mientras que las carnes han sido un pilar en la dieta de muchas culturas durante siglos, cerca de 1.5 billones de personas son vegetarianas, ya sea por creencias religiosas, costumbre o simplemente por no tener acceso a este alimento que puede llegar a ser costoso para gran parte de la población mundial. Se estima que únicamente 75 millones son vegetarianas o veganas por elección. Los países que consumen mayor cantidad de carnes son principalmente países con economías más desarrolladas, como se muestra en la Figura 1 en donde observamos cómo Norte América, Europa y Asia dominan el mercado de carnes, siendo la principalmente la carne de cerdo, seguido por aves de corral y bovina. Durante los últimos años se ha registrado un consumo creciente de carne en países con economías emergentes en África, Asía y especialmente en América Latina. [1]
El impacto ambiental.
Las carnes son una fuente rica en proteínas y aminoácidos esenciales. Sin embargo, es crucial considerar la procedencia de la carne que consumimos debido a su impacto ambiental. Aunque la carne y los lácteos representan menos del 20% del aporte energético mundial, éstos utilizan el 70% de todas las tierras agrícolas y el 40% de las tierras cultivables. La cantidad de emisiones de efecto invernadero que la producción de carne y lácteos genera, comparada con otros alimentos de origen vegetal se muestra en la Figura 2 [1].
Lamentablemente la producción de carne es una de las principales causas de deforestación y pérdida de biodiversidad a nivel global y la gestión de ganado tiene un efecto negativo sobre los depredadores a nivel mundial; lobos, jaguares, osos y coyotes que son perseguidos y cazados en represalia por ganaderos.
El daño colateral de las operaciones ganaderas tiene un impacto significativo en las poblaciones de depredadores y su distribución. El problema es que, con el aumento de la ganadería, la destrucción del hábitat, la pérdida de presas y la cercanía con los humanos, se incrementan los conflictos con los depredadores que suele resultar su eliminación. Esto implica que un aumento en la producción y consumo de carne podría llevar al colapso de funciones cruciales de los ecosistemas, de los cuales todos somos parte [1].
Salud humana.
Se ha reportado que el exceso en el consumo de carne roja y de carnes procesadas conllevan un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, derrame cerebral y de diversos tipos de cáncer [2]. Adicionalmente, enfrentamos un problema de salud con la resistencia de bacterias a los antibióticos, causada en parte por el uso que se les da en la producción animal, tanto para prevenir enfermedades, como para que el ganado gane peso durante la crianza. Perder los antibióticos que nos ayudan a combatir infecciones podría tener consecuencias graves en un futuro cercano.
También se ha encontrado que la producción de alimentos, especialmente los productos de origen animal, impacta negativamente la salud humana al aumentar la materia particulada fina en la atmósfera. En Estados Unidos, la producción agrícola provoca 17,900 muertes anuales relacionadas con la calidad del aire. De estas 15,900 son atribuidas a la producción de alimentos. El 80% de estas muertes se deben a la producción de alimentos de origen animal. Por lo tanto, las mejoras en la gestión de desechos del ganado, prácticas de fertilización y cambio a dietas con mayor consumo de plantas podrían reducir significativamente la mortalidad relacionada con la calidad del aire de un 68 a 83% [3].
¿Qué hay sobre la longevidad?
Desde el punto de vista del campo de la longevidad, se ha encontrado que los patrones alimentarios basados en plantas, especialmente aquellos ricos en alimentos vegetales saludables están relacionados con telómeros más largos.
¿Qué son los telómeros?
Los telómeros son secuencias repetitivas de ADN ubicadas en los extremos de los cromosomas que protegen la información genética durante la división celular. Con el paso del tiempo, estos telómeros se acortan debido al envejecimiento celular. Este acortamiento está asociado con enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo dos, cáncer pancreático, entre otras, además, la pérdida de información genética se ve reflejada en el envejecimiento. Por lo tanto, la longitud de tus telómeros es un marcador importante de longevidad, y la dieta desempeña un papel crucial en su mantenimiento.
Un estudio reciente encontró que los patrones dietéticos basados en plantas, especialmente cuando están enriquecidos con alimentos vegetales saludables, están asociados con una mayor longitud de los telómeros. Por el contrario, las dietas con un alto consumo de carnes, que incluyen alimentos poco saludables como alimentos ultraprocesados, bebidas azucaradas y harinas refinadas, pueden llevar a un acortamiento más rápido de los telómeros [4]. Además, se ha asociado el consumo de carnes rojas con un acortamiento de telómeros significativo, mientras que una dieta mediterránea presenta menor acortamiento de telómeros [5].
Estos hallazgos coinciden con otros estudios previos que examinan la relación entre las dietas ricas en plantas, especialmente la dieta mediterránea, y su vinculación con un envejecimiento celular más lento y una mayor esperanza de vida. Es importante destacar que las dietas vegetarianas que incluyen alimentos poco saludables, como productos procesados, pueden estar relacionados con telómeros más cortos y, por ende, con una menor longevidad [4].
El consumo de carne y su relación con la longevidad es complejo y multifactorial. No solo la dieta influye en la longevidad, sino también factores como la genética, el estilo de vida, la actividad física y la exposición a toxinas. En general, se ha observado que una dieta alta en carne roja, especialmente en su forma procesada, está asociada con una reducción en la esperanza de vida. Un estudio de la Universidad de Harvard siguió a más de 120,000 personas durante 28 años y concluyó que un mayor consumo de carne roja se relacionaba con un mayor riesgo de mortalidad total, incluyendo la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y cáncer. Según los resultados, sustituir una porción diaria de carne roja por fuentes de proteínas como pescado, legumbres o frutos secos, se asoció con una reducción significativa del riesgo de muerte [6].
Beneficios de una dieta basada en plantas
Las dietas basadas en plantas deben incluir una alta ingesta de alimentos de origen vegetal. El consumo de leguminosas, como los frijoles, lentejas o chicharos, debe estar acompañado siempre con granos integrales, como arroz, trigo o maíz, para lograr la obtención de todos los aminoácidos esenciales que el cuerpo necesita. Debe incluir además frutas, verduras, nueces y semillas.
Un estudio comparativo reciente entre gemelos con dietas basadas en plantas y omnívoras (que incluyen además alimentos de origen animal) encontró que los participantes que seguían una dieta vegana mostraban una disminución significativa en los niveles de colesterol LDL y en la insulina en ayunas, así como una pérdida de peso moderada en comparación con aquellos que seguían una dieta omnívora. Estos cambios positivos en los marcadores de salud sugieren que una dieta basada en plantas puede tener efectos beneficiosos significativos para la salud cardiovascular y metabólica [7].
¨Una dieta sostenible y saludable tiene un bajo impacto en el medio ambiente y el suministro de alimentos¨.
¿Qué puedes hacer para vivir más, con mejor salud y ayudar al medio ambiente?
Como hemos visto el consumo de carne, especialmente carnes procesadas o carne roja en grandes cantidades, está vinculado a un mayor riesgo de enfermedades crónicas que pueden reducir la longevidad, acortamiento de telómeros y además tienen un negativo impacto ambiental que es mucho mayor al de las dietas basadas en plantas. La mayoría de personas debemos reconocer que es importante aumentar el consumo de alimentos de origen vegetal, reducir el consumo de carnes y educarnos sobre su impacto. Necesitamos comprender que somos parte de un planeta en que nuestro sistema alimentario presenta importantes problemas que requieren de nuestra participación, incluyendo las elecciones de alimentos que hacemos cada día.
La moderación, la elección de cortes magros y la combinación con otros alimentos saludables son claves para una dieta equilibrada que apoye la salud a largo plazo. Si deseas consumir carne, prefiere aquellas con menor impacto ambiental como el pollo o el cerdo y procura que sean parte de un platillo y no el componente principal. Si deseas comer carne de res, intenta hacerlo solo en ocasiones especiales o que provenga de productores que cuenten con certificaciones de evaluaciones de terceros como Certified Wildlife Friendly™, Predator Friendly® o que utilicen ganadería regenerativa.
Sobre los autores
Patricia Manzano-Fischer
Licenciada en biología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Paty cuenta un maestría en la Universidad de Oxford, Inglaterra y doctorado en Ciencias de la Sustentabilidad en la UNAM. Paty investiga las creencias y motivos para comer carne de res entre los estudiantes universitarios para diseñar intervenciones efectivas de cambio de comportamiento para reducir el consumo.
Ilhui Hernández
Bióloga por la Universidad Autónoma Metropolitana. Cuenta con una maestría en ingeniería química y biomateriales por la Universidad de Tecnología de Lapperantha y Lahti, Finlandia. Ilhui investiga la relación holística de la dieta, estilo de vida, sustentabilidad y su efecto en la longevidad y calidad vida humana.
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[1] M. C. Parlasca, M. Qaim, M. C. Parlasca, and M. Qaim, “Meat Consumption and Sustainability,” Annu Rev Resour Economics, vol. 14, no. 1, pp. 17–41, May 2022, doi: 10.1146/ANNUREV-RESOURCE-111820-032340.
[2] G. Grosso et al., “Total, red and processed meat consumption and human health: an umbrella review of observational studies,” Int J Food Sci Nutr, vol. 73, no. 6, pp. 726–737, 2022, doi: 10.1080/09637486.2022.2050996.
[3] N. G. G. Domingo et al., “Air quality-related health damages of food,” Proc Natl Acad Sci U S A, vol. 118, no. 20, May 2021, doi: 10.1073/PNAS.2013637118/-/DCSUPPLEMENTAL.
[4] X. Li et al., “Association of healthy and unhealthy plant-based diets with telomere length,” Clin Nutr, vol. 43, no. 8, pp. 1694–1701, Aug. 2024, doi: 10.1016/J.CLNU.2024.06.004.
[5] V. Bountziouka, C. P. Nelson, Q. Wang, C. Musicha, V. Codd, and N. J. Samani, “Dietary Patterns and Practices and Leucocyte Telomere Length: Findings from the UK Biobank,” J Acad Nutr Diet, vol. 123, no. 6, pp. 912-922.e26, Jun. 2023, doi: 10.1016/J.JAND.2023.01.008.
[6] A. Pan et al., “Red meat consumption and mortality: results from 2 prospective cohort studies,” Arch Intern Med, vol. 172, no. 7, pp. 555–563, Apr. 2012, doi: 10.1001/ARCHINTERNMED.2011.2287.
[7] M. J. Landry et al., “Cardiometabolic Effects of Omnivorous vs Vegan Diets in Identical Twins: A Randomized Clinical Trial,” JAMA Netw Open, vol. 6, no. 11, p. E2344457, Nov. 2023, doi: 10.1001/JAMANETWORKOPEN.2023.44457.